Cuando el espectro del crepúsculo la abandonaba y la noche negra caía sobre sus ojos...
Cuando sus manos reflejaban las estrellas y emergían los sonidos del silencio...
Cuando la soledad agitaba sus alas sobre los árboles...
Cuando dejaba atrás lo vulnerable...
Cuando disfrutaba de su castillo de cristal...
Cuando empezaba a lograr escapar de lo cotidiano...
Justo en ese momento:
un ruido estrepitoso
y el libro se cerró.
Rápido como se había ido,
bajó, volvió.
jueves, 21 de mayo de 2009
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